José Manuel Caballero Bonald, nacido en la provincia de Cádiz en 1926,
comenzó a formarse a nivel académico tanto en literatura como en astronomía, y fue en su época de estudiante que se acercó a la revista del grupo Cántico,
que representó una transición indispensable hacia la Generación del 27.
Quizás relacionado con sus raíces cubanas, por parte de su padre, pasó
un tiempo en Latinoamérica realizando labores de docencia universitaria e
implicándose en el estudio y la investigación de la lengua desde otra
perspectiva. Son diversas las muestras de respeto y reconocimiento que
ha recibido por su dedicación; además de las casi dos decenas de premios internacionales, tales como el Adonáis y el Federico García Lorca, se le hace merecedor del Premio Cervantes en 2012, premio que recgerá el 23 de Abril de 2013, Día del Libro.
De su producción literaria resaltan sus obras de narrativa, con más de treinta novelas, entre las que encontramos "Dos días de septiembre", "La novela de la memoria" y "Luces y sombras del flamenco". De su poesía, destacan los poemarios "Memorias de poco tiempo" y, su más reciente, "Entreguerras"
De su producción literaria resaltan sus obras de narrativa, con más de treinta novelas, entre las que encontramos "Dos días de septiembre", "La novela de la memoria" y "Luces y sombras del flamenco". De su poesía, destacan los poemarios "Memorias de poco tiempo" y, su más reciente, "Entreguerras"
Mi propia profecía es mi memoria
Vuelvo a la habitación donde estoy solo
cada noche, almacén de los días
caídos ya en su espejo irreparable.
Allí, entre testimonios maniatados,
yace inmóvil mi vida, sus tributos
de tornadizo empeño.
La madera,
el temblor de la lámpara, el cristal
visionario, los frágiles
oficios de los muebles, guardan
entre sus rudimentos el continuo
reflujo de los años, la espesura
carnal de la memoria, toda
la confluencia simultánea
de olvidos y deseos que me asedian.
el temblor de la lámpara, el cristal
visionario, los frágiles
oficios de los muebles, guardan
entre sus rudimentos el continuo
reflujo de los años, la espesura
carnal de la memoria, toda
la confluencia simultánea
de olvidos y deseos que me asedian.
Mundo recuperable, lo vivido
se congrega impregnando las paredes
donde de nuevo nace lo caduco.
Reconstruidas ráfagas de historia
juntan los desperfectos del amor.
(Oh habitación a oscuras, súbitamente diáfana
bajo el fanal del tiempo imprecatorio).
se congrega impregnando las paredes
donde de nuevo nace lo caduco.
Reconstruidas ráfagas de historia
juntan los desperfectos del amor.
(Oh habitación a oscuras, súbitamente diáfana
bajo el fanal del tiempo imprecatorio).
Suenan rastros de luz por dentro
de la noche. Estoy solo y mis manos
ya denegadas, ya ofrecidas,
tocan papeles (este amor, aquel
sueño), olvidadas siluetas, vaticinios
frustrados.
de la noche. Estoy solo y mis manos
ya denegadas, ya ofrecidas,
tocan papeles (este amor, aquel
sueño), olvidadas siluetas, vaticinios
frustrados.
Allí mi vida a golpes
la memoria me horada cada día.
la memoria me horada cada día.
Imagen ya de mi exterminio,
se realiza de nuevo cuanto ha muerto.
Mi propia profecía es mi memoria:
mi esperanza de ser lo que ya he sido.
se realiza de nuevo cuanto ha muerto.
Mi propia profecía es mi memoria:
mi esperanza de ser lo que ya he sido.
(De Memorias de poco tiempo)
Lola Vicente
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