Se fue el mes de Abril, el mes de los libros. Y con él se nos fue también un referente de todos los que no solo amamos la literatura sino también los que vimos en él algo más que un escritor o un economista, sino un símbolo de compromiso intelectual y ciudadano; un pensador comprometido, un referente ético para todos aquellos que creemos en la integridad, la humanidad, la justicia, la humildad, la decencia y la honestidad.
La primera obra suya que llegó a mis manos fue La sonrisa etrusca, que con el tiempo ha formado parte en importantes acontecimientos personales; una historia sobre la vida en
general, sobre las relación entre un abuelo y su nieto, por el que acabará
sintiendo una enorme ternura y un amor por la vida justo cuando esta se está
acabando; después La vieja sirena, una historia de amor, poética y sensual, en la Alejandría del siglo III; El amante lesbiano, Octubre, Octubre... y otra más, claro está, sin pasar por alto sus obras de compromiso, el prólogo a la obra de Hessel ¡Indignaos¡ o El mercado y la globalización donde explica con sencillez la esencia y el funcionamiento de algo socialmente tan importante como el mercado.
Y no podemos olvidar su presencia constante en estos años donde el capitalismo hace estragos.
Se ha ido un humanista social, un removedor de conciencias, pero nos quedan sus palabras:
Lola Vicente
.